jueves, mayo 24, 2007

Algo de sueños

El ingeniero Azpeitia decidió tomar una siesta en punto de las tres de la tarde, el 5 de Marzo de 1994.
Aquella tarde calurosa había ido a visitar a los Barrios, los únicos amigos que conservaba de su antigua ciudad. Después de la comida y la sobremesa, se sintió extrañamente cansado, entró al cuarto de huéspedes, bajó las persianas y durmió.

El doctor Barrios y su esposa tenían una hija llamada Lila, que aquella tarde se había divertido de lo lindo jugando a tomar el té con aquel hombre en cuyas manos tan grandes las tacitas parecían perderse. Podía reconocer su rostro y su voz desde que alcanzaba a recordar, y a fuerza de repetición había aprendido a perderle el miedo. Era en verdad un hombre imponente, con aquella voz tan gruesa y ese tono de piel que no se veía a menudo por esos lugares.

Tres días después, el doctor Barrios, preocupado, llamó un médico para pedir una segunda opinión, el ingeniero Azpeitia aún no despertaba.
El segundo médico, cuyo nombre no recuerdo, llegó a las 6 de la tarde del 8 de marzo de 1994 y compartió la opinión del Dr. Barrios. Aquel era uno de los casos más extraños que había visto en 32 años de carrera, puesto que no era un estado de coma ni nada que se le pareciera, era simplemente, un sueño fisiológico extendido más allá de lo normal.
-Está cansado, supongo- dijo en voz baja el segundo médico.
-Entonces lo dejaremos descansar, no he intentado despertarlo- susurró la Sra. Barrios.
El segundo médico estuvo de acuerdo, dejó por ahi una caja llena de ciertas inyecciones que evitarían que el ingeniero Azpeitia despertara de su sueño desnutrido y débil.
- No podemos hacer más- espetó antes de irse.

Desde ese día, el hogar de los Barrios, de por si tranquilo, se convirtió en un lugar en extremo silencioso, y los tres se encargaban de velar el sueño de ingeniero Azpeitia y vigilar de vez en cuando, por si despertaba.

3 meses después, se acostumbraron a esa presencia ausente y dejaron de esperar. Y la casa de los Barrios volvió a ser la misma de antes.
(y sigue mañana)

Lo que no dice

Se queda callada, sabes que cuando guarda silencio es porque no puede controlar el tumulto de voces dentro de su cabeza.

Sabes que no va a decirte que a veces tu indiferencia la lastima, que no te dirá que ésto de quererte se le va de las manos y olvida que ahora es su juego el que está sobre la mesa.

Tampoco te dirá lo que quieres escuchar, será secreto callado el rezo de todas las noches, cuando antes de cerrar los ojos pide al cielo que no la dejes otra vez, que no te vayas sin despedirte. Y que seas feliz, que encuentres algún día esa mujer-hogar que ella no sabe ser para ti, que te enamores (y mucho) aunque no sea de ella.

Que seas feliz, siempre, muy feliz.

Sabes que no va a decírtelo tampoco con abrazos y besos mudos de asombro cuando llegas... y que no serán las manos quienes te contarán la espera.

Son los ojos los que hablan cuando nada te dice, cuando se queda perdida y cuando le das la espalda...

Sabes que no dirá Te quiero, porque la voz no le alcanza.

jueves, mayo 03, 2007

Sin título, sin orden, sin razón...

Desde la entrada de ésta casa que es tan mía como tuya, todo se antoja diferente...

Pareciera tentador jugar a que nos queremos, a que finalmente fuimos más fuertes que el camino recorrido y que las cosas caen por su propio peso.

Suena lindo pensar que pudiésemos ser el ejemplo de que el destino siempre tiene la razón, mostrar al mundo lo ineludible, lo inevitable de un Nosotros que no fué sino hasta ahora.

Pero ya no, la tristeza de descubrir que mis ojos no te pertenecen sólo se compara con la incertidumbre que ahora me empuja a escribirte, nunca sé que piensas, pero una vez más se refuerza en mi la certeza de que no seremos los mismos, de que ahora habrá que dedicarse a inventar una nueva manera de estar, de ser dos y un Tu y una Yo donde no cabe el nosotros.

Exhausta, vacía, no tiendo más mis manos a ti, es irónico que ahora que estás tan a mi alcance sea yo quien se fué más lejos que nunca. Lástima, lastima la idea de lo que pudo ser y se nos escapó como arena entre los dedos.

Seguirá doliendo el tiempo perdido y los sueños rotos que no me dejaste poner en su lugar. Duele que ahora seas tú y éste miedo mío que no reconoce tu rostro, que ya no sabe quien eres ni a que has venido.

Desde ésta casita que huele a ti, te escribo para decirte que nos perdimos, que cuando las luces se encienden y mi cuerpo deja de ser una extensión del tuyo no hay nada más que decirse; el silencio llega en la forma de otro habitante que nada sabe del pasado común. (De nuestro pasado, lo único que nos pertenece solo a los dos, si me preguntas)

Motivos para sonreír, me sobran. éste nuevo hogar que salió de la nada y donde encontré finalmente mi lugar, donde también estás tú, sin que tenga que ver una cosa con la otra.

No sé, no entiendo, no siento...

(Y eso aún no alcanzo a descubrir si es triste o solo violentamente real)

¿Que dices tú? ¿Que quieres tú? ¿A donde vas?

.-A los ojos, cuéntame...