martes, marzo 27, 2007

Hormiguitas

Cuando llegué estaba viendo las hormigas subir por la azucarera, no me atreví a hablarle porque se veía muy concentrado. Había música en el lugar y me quedé estática un momento, quería quedarme con esa imagen suya; toqué su hombro y giró su cabeza hacia mi sobresaltado, como quien se despierta de un sueño extraño. Por su mirada noté que él también había estado pensando. Decidí que, por ésta vez, yo hablaría primero.
Me senté frente a él, sin hablar, intentando decirle con los ojos lo que ya bien sabía mientras reunía el valor para hacerlo sin que las lágrimas llegaran a mis ojos.
De pronto todo se me vino encima, supe que no era justo escupirle todo sin advertencias y sin disculpas, pero no había nada más que hablar.
Le dije que aún tengo en la memoria la sonrisa perversa, su olor muy al fondo de mi nariz y que preferiría que…
Me interrumpió, no entendía, me tomó por las muñecas y me exigió hablar claro.
Le dije que era de otro. No expliqué más.
No dijo nada, no suplicó ni explotó en llanto, no gritó, se levantó de la mesa con gesto cualquiera, sus ojos me dijeron todo, se dio la vuelta al instante, pero alcancé a ver como por su mejilla izquierda corría una lágrima de furia.
Sé que no fue justo dejarlo ir sin un gracias, intenté sentirme culpable pero no me encontré mas que con un ligero remordimiento por no haberlo querido nunca como sé que me quiso.
Caminé de regreso a casa buscando lluvia, pero hacía frío y no pude dejar de pensar en que alguien me esperaba, que no tendría que compartirme más. Que todo acababa ahí.

No me preguntes por él, desde ese día no supe más. Y no quiero saber, todo lo que puedo decirte es que espero esté bien, no haberle causado daños irreparables como los que creí me había dejado, antes de encontrarme con quien ahora ocupa su lugar.

Pequeña historia que termina mal (y rescaté trasteando)

Ellos se conocieron y se amaron.
Después de un tiempo , Él comenzó a reprocharle la falta de amor, decía quererla más de lo que Ella lo quería.

Quizá siempre tuvo razón, aquel hombre casi perfecto no podía medirse a la hora de amar. La amaba demasiado, que es casi lo mismo que no amar en absoluto.

La amó con palabras que terminaron por sofocarla y perder sentido, un día cualquiera las palabras no dijeron nada.
La amó con caricias carentes de sutileza que con el tiempo le borraron las huellas digitales y se volvieron rudeza innecesaria.
La amó con deseo, lujuria, pasión, extrañeza, resaca, desesperación, locura, gritos y grandilocuencia.
La amó a pesar del espejo y la desgana…

La amó demasiado y terminó marcándola para siempre, haciendo de ella la sombra de lo que pudo ser.

Ella lo amó en calma, con la suavidad de la brisa que sigue a una fuerte lluvia, lo contemplaba en silencio mientras dormía, y reía para si cada que sus manos se entrelazaban. Contaba los días y las noches, lo amó a pesar del ruido y el desenfreno.
Pero nunca fue capaz de dejárselo saber…

Un día el hastío apareció, los velos cayeron y ambos se dieron cuenta de que estaban atrapados. Él con un bloque de hielo que se derretía lentamente. Ella en medio de un incendio que jamás podría controlar.

Entonces Ella se fue, de haber sabido lo que vendría después quizá se hubiera quedado hasta que el cansancio se apoderara de Él y la dejase ir sin tanta fórmula, sin tantas lágrimas… pero nunca sabremos si esta historia pudo haber tenido un final feliz.

Terminó así. Él siguió amando demasiado, las palabras dulces se convirtieron en amenazas y las caricias en fuego que le dejó en las manos. Y siguió hasta que un día el destino lo encaró disfrazado de respuesta. La muerte vino a su encuentro vestida de arena y sal.

Al día siguiente, de Él y Ella no quedó mas que un obituario en el periódico y una niña temerosa que aún camina por ahí, arrastrando un cadáver invisible que pesa sobre sus ojos; que el tiempo, lejos de borrar, se ha encargado de hacer tan indeleble como la huella de su ausencia en la piel.

Ellos se conocieron y se amaron, parecía sencillo…

lunes, marzo 26, 2007

Dejémoslo para mañana

Hoy tenía muchas ganas de escribir algo así como un cuento, pero primero me debo terminar de escribir otras historias, en otros lugares.

Espantar este cúmulo de mariposas negras que insisten en revolotear alrededor de mi cabeza, hacerme a la idea de que falta poco tiempo para poder alejarme de éste que ya no es mi hogar, de éste lugar donde me he convertido en punto de conflicto.

Antes de escribir, necesito aceptar que la gente cambia, de que una de esas personas a las que ayer llamé amiga hoy no tiene para mi más que enojo y agresión.

Alejarme de las voces y llevarme a otro lado mi molesta presencia, cerca de quienes últimamente han sido mis puntos de apoyo. Aferrarme de esas manos que se tienden hacia mi y hacen posible que soporte el constante golpeteo al que me sigo exponiendo neciamente por lealtad. Pero no más.

Y ponerme a cantar como una loca, segura de que mañana todo irá mejor.

Mañana escribiré algo así como un cuento, mañana...o cuálquier día de estos, cuando deje de estar triste y asqueada.

martes, marzo 20, 2007

Les yeux pleines des larmes

Quiero escribir para dar rienda suelta a la tristeza vacía que ya no recordaba.

Para intentar describir lo que empezó sin palabras y terminará sin avisar.

Para decirle tantas cosas que sé que no puedo, y guardarme este quédate que se atora en mi garganta y amenaza gritarse cada vez que regresas.

Y dibujar cómo es necesitar un abrazo.

Demasiado desconcierto, demasiada incertidumbre, tristeza y cansancio de todo y de nada. Me abruman tanto que ahogan toda palabra que asoma a mis dedos.

Con las manos vacías y los ojos llenos.

Casi no le he pensado, y es en el casi donde hago énfasis, y es ahí donde quedamos.

viernes, marzo 09, 2007

Lo que hay



Tengo entre mis manos un caracol de viento, es tímido y ahora duerme.

Ven a jugar.

Fotito: Through those eyes (By LV).

Cualquier día, cualquier cosa.

sábado, marzo 03, 2007

No todas somos iguales.





Soy la que no niega, ni rehusa, ni se hace la difícil por diversión.
Quien prefiere las cuentas claras y amistades largas (y sí, malintencionadas)
Quien no adivina secretas intenciones ni revela secretos. La que calla, sonríe y asiente.
La que declina ser hogar para ser vacaciones.
Y se mueve felinamente cuando sabe que los ojos la siguen desde lejos, aunque el corazón esté en cualquier otro lugar.
La que acepta sin reservas y entrega sin compromisos.
Y no pide nunca nada que no quieras dar.
La de los intercambios justos y palabra firme.
Y al alcance de tu mano, donde puedas tocarme y contemplarme a tu antojo, mientras guardo en mi la dulce certeza de ser inasible. Sabes, sabemos, que no llegué para quedarme.
Quien irrumpió en tu mundo para estremecerlo, no para formar parte de él.
La que siempre será lo oculto, lo que se esconde y se protege. Lo que te han prohibido y en mi mundo se permite.
La llamada furtiva, la voz que conoces y te hace dejar de pensar, dejar de soñar, dejar de buscar.
Quien te reduce a la espera de una próxima vez.
La que no te llora ni te sueña, la que no anhelas sino ansías.
Ni amiga, ni amada. Simplemente la Otra.

Y con eso, me basta y sobra.

El dulce secreto, la dicha enfermiza de ser la preferida, cuando descubro en tus ojos desesperada devoción, esa ternura loca y ese deseo jamás por completo satisfecho .


No todas somos iguales... algunas, somos peores.

Buenas noches, mucho gusto, ésta soy yo.