Hormiguitas
Cuando llegué estaba viendo las hormigas subir por la azucarera, no me atreví a hablarle porque se veía muy concentrado. Había música en el lugar y me quedé estática un momento, quería quedarme con esa imagen suya; toqué su hombro y giró su cabeza hacia mi sobresaltado, como quien se despierta de un sueño extraño. Por su mirada noté que él también había estado pensando. Decidí que, por ésta vez, yo hablaría primero.
Me senté frente a él, sin hablar, intentando decirle con los ojos lo que ya bien sabía mientras reunía el valor para hacerlo sin que las lágrimas llegaran a mis ojos.
De pronto todo se me vino encima, supe que no era justo escupirle todo sin advertencias y sin disculpas, pero no había nada más que hablar.
Le dije que aún tengo en la memoria la sonrisa perversa, su olor muy al fondo de mi nariz y que preferiría que…
Me interrumpió, no entendía, me tomó por las muñecas y me exigió hablar claro.
Le dije que era de otro. No expliqué más.
No dijo nada, no suplicó ni explotó en llanto, no gritó, se levantó de la mesa con gesto cualquiera, sus ojos me dijeron todo, se dio la vuelta al instante, pero alcancé a ver como por su mejilla izquierda corría una lágrima de furia.
Sé que no fue justo dejarlo ir sin un gracias, intenté sentirme culpable pero no me encontré mas que con un ligero remordimiento por no haberlo querido nunca como sé que me quiso.
Caminé de regreso a casa buscando lluvia, pero hacía frío y no pude dejar de pensar en que alguien me esperaba, que no tendría que compartirme más. Que todo acababa ahí.
No me preguntes por él, desde ese día no supe más. Y no quiero saber, todo lo que puedo decirte es que espero esté bien, no haberle causado daños irreparables como los que creí me había dejado, antes de encontrarme con quien ahora ocupa su lugar.
Me senté frente a él, sin hablar, intentando decirle con los ojos lo que ya bien sabía mientras reunía el valor para hacerlo sin que las lágrimas llegaran a mis ojos.
De pronto todo se me vino encima, supe que no era justo escupirle todo sin advertencias y sin disculpas, pero no había nada más que hablar.
Le dije que aún tengo en la memoria la sonrisa perversa, su olor muy al fondo de mi nariz y que preferiría que…
Me interrumpió, no entendía, me tomó por las muñecas y me exigió hablar claro.
Le dije que era de otro. No expliqué más.
No dijo nada, no suplicó ni explotó en llanto, no gritó, se levantó de la mesa con gesto cualquiera, sus ojos me dijeron todo, se dio la vuelta al instante, pero alcancé a ver como por su mejilla izquierda corría una lágrima de furia.
Sé que no fue justo dejarlo ir sin un gracias, intenté sentirme culpable pero no me encontré mas que con un ligero remordimiento por no haberlo querido nunca como sé que me quiso.
Caminé de regreso a casa buscando lluvia, pero hacía frío y no pude dejar de pensar en que alguien me esperaba, que no tendría que compartirme más. Que todo acababa ahí.
No me preguntes por él, desde ese día no supe más. Y no quiero saber, todo lo que puedo decirte es que espero esté bien, no haberle causado daños irreparables como los que creí me había dejado, antes de encontrarme con quien ahora ocupa su lugar.