
3 de Abril del 2006. Veinte años.
De pronto me asaltó la nostalgia y me puse a buscar fotos de cumpleaños anteriores. Me sentí tan lejos de casa...
Justamente encontré esta foto, fechada el 3 de Abril de 1991, cumplí entonces 5 años. La niña del prendedor amarillo soy yo y el hombre de bigote mi papá. La foto es así, no está cortada, alguien probablemente por error obtuvo esta toma tan poco afortunada, que sin embargo a mi me resulta gratamente evocadora.
Desde que alcanzo a recordar, cada cumpleaños a las 12 mi papá, el hombre de la foto que es devoto de Janis, me despertaba con Little Girl Blue. Hoy que está a muchos kms de distancia no fué la excepción. Entre la foto, las llamadas y demás lograron que me sacudiera la nostalgia y la tristeza...
Me sorprende recordar tan vívidamente mis 5 años. Recuerdo el deseo que pedí al apagar las velas. Recuerdo que en ese entonces cualquier edad por encima de 16 me parecía tan lejana. Pensaba que a los 18 ya tendría la vida resuelta, a los 20 sería madre de 4, a los 25 una vieja y a los 30 anciana decrèpita.
Recuerdo que soñaba con dos cosas en la vida. Ser doctora o escapar con el circo, entendía ya que no se puede tener todo en esta vida.
Temía a pocas cosas, sobre todo a un día despertar y verme completamente sola, abandonada por el mundo evaporado en mis sueños.
Hoy, mientras veo mi rostro sin edad y confirmo que los números son solamente eso, me pregunto que haría si pudiera viajar en el tiempo y encontrarme a mis 5 años.
Supongo que la niña que fuí se sorprendería al ver como cambió, cómo su rostro tomó forma distinta y ahora lleva el cabello escandalosamente largo y con la textura que apareció en la adolescencia, cómo sus ojos siguen siendo los mismos y sin embargo ven las cosas de manera tan diferente. Se sorprendería mucho al ver que a pesar de lo grande que pueda parecer, la gente a su alrededor sigue refiriéndose a ella como LaNiña.
Si pudiera ver a esa chiquita de 5 años que fui, le contaría tantas cosas... le diría que el chocolate sigue siendo lomejor del planeta. Que el confeti y sus colores jamás pierden atractivo y que los cascabeles aún son extrañamente fascinantes. Que Plaza Sèsamo todavía nos encanta y aun lloramos al escuchar la muñeca fea. Que nunca nos ha gustado el color rosa.
Probablemente se entristecería un poco al enterarse de que aún no tenemos la vida resuelta, de que el circo no aceptaba niñas con problemas de equilibrio y lo otro está en proceso, ya nos falta poco. Quizá lloraría cuando le dijera que la lluvia sigue siendo triste, que las cosas pueden ponerse feas con el tiempo. Que nada es para siempre.
Al final me preguntaría cómo va a ser ahora, le susurraría al oído que no hay de que preocuparse, que todo va a salir bien, que caemos y levantamos muchas veces y después siempre hay motivos para sonreír. Que a pesar de todo y por difícil que parezca, ella/yo, es feliz.
Y lo más importante de todo, que el mundo no se evapora, que no hay porque temer. Que nunca se está completamente sola... feliz cumpleaños, pequeña.